La creciente crisis económica, financiera y geopolítica de Europa está ejerciendo una presión cada vez mayor sobre todo el proyecto de la UE. También están desenmascarando la exaltada “unidad europea” como la absoluta farsa que es. Ha quedado claro que, como la mayoría de las cosas en el imperio de la mentira, esa unidad es exactamente su contrario, ya que los aliados se vuelven contra los aliados.
Destruyendo la línea de vida económica de Alemania.
Alguien voló los gasoductos Nord Stream que traían gas natural barato y abundante de Rusia a Alemania. La economía alemana dependía de este recurso para casi el 60% de su producción industrial. Como sugirió Zoltan Pozsar, 2 billones de dólares del valor de Alemania dependían de 20.000 millones de dólares del gas ruso.
No podemos estar seguros de quién voló los gasoductos, pero los sospechosos más probables son todos los supuestos amigos y aliados de Alemania: Estados Unidos, Reino Unido, Polonia, Suecia y Dinamarca. Por supuesto, no estamos hablando de las estructuras gubernamentales legítimas de esas naciones, sino más bien de los elementos del Estado profundo en su interior.
Una cosa que no está en duda, sin embargo, es que Alemania, y no Rusia, sufrirá con mucho el mayor daño del sabotaje. Todos los protagonistas de este drama lo apreciaron perfectamente, lo que implica que fue un ataque deliberado y premeditado contra Alemania.
Añadiendo el insulto a la herida
Durante años, Estados Unidos había presionado a Alemania para que cancelara el gasoducto Nord Stream 2 y redujera su dependencia del gas ruso. Para persuadir a los dirigentes alemanes, sus homólogos estadounidenses prometieron sustituir el gas ruso por envíos de GNL estadounidense. Como ahora sabemos, los “amigos y aliados” de Alemania se aprovecharon de la conformidad alemana mediante el suministro de gas natural a precios desorbitados. Según un banquero de inversión en energía, Laurent Segalen, los proveedores de gas estadounidenses podían cargar un gran buque de GNL en Estados Unidos a un coste de unos 60 millones de dólares por envío. El cargamento podría venderse entonces por hasta 275 millones de dólares en Europa, gracias a la enorme disparidad de precios entre los mercados estadounidense y europeo: en EE.UU., el gas natural cotiza a menos de 7 dólares/mBtu (millones de unidades térmicas británicas), mientras que los futuros del TTF holandés cotizaron recientemente a más de 60 dólares/mBtu.
El mes pasado, uno de los principales artífices de esta catástrofe, el desventurado ministro de Economía de Berlín, Robert Habeck, se quejó públicamente de la situación en una entrevista a los medios de comunicación alemanes. Ayer mismo, el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, se sumó a la queja:
“No podemos aceptar que nuestro socio estadounidense venda su GNL a un precio cuatro veces superior al que lo vende a sus propias industrias”.
Pero estas lamentaciones llegan demasiado tarde para mitigar el daño extremo a las economías europeas.
Asediados por todos lados…
Así, junto con la audaz demanda de Polonia de 1,3 billones de euros en concepto de reparaciones de la Segunda Guerra Mundial, Alemania se ha visto repentinamente asediada por sus “amigos” y “aliados” en muchos frentes. Aunque las reacciones de Alemania (aparte de la entrevista a Habeck) han sido notablemente silenciosas, es fácil imaginar que el teléfono del Canciller Scholz debe estar sonando con quejas airadas de los industriales y líderes sindicales alemanes. Como dijo Hans Peter Wollseifer, presidente de la Asociación Central de Artesanos Alemanes, al Rheinische post:
“Todos los días recibimos llamadas de emergencia de empresas que están a punto de detener la producción porque no pueden seguir pagando el enorme aumento de las facturas de energía”.
La Federación de Industrias Alemanas (BDI) también advirtió de una oleada de quiebras debido a la inflación de los costes de la energía, que ahora es un reto importante para el 58% de las empresas, mientras que el 34% cree que la crisis pone en peligro su propia supervivencia.
Alemania tiene (potencialmente) un socio fiable
La nación está siendo empujada a la destrucción. Pero aunque esto no sea evidente para los desprevenidos consumidores de la narrativa de los medios corporativos occidentales, Alemania se ha encontrado en una situación en la que puede tener un solo socio en el que confiar. Si ha adivinado a Rusia, ha acertado. Por supuesto, como miembro de la UE y de la OTAN, Alemania no puede trazar su política exterior de forma independiente, pero la presión para romper de algún modo con sus limitaciones y reclamar su soberanía debe ser cada vez mayor.
La carrera armamentística de las subvenciones alemanas podría hundir la UE
Una forma de hacerlo sería hundir por completo el proyecto de la UE, y el anuncio del canciller Scholz del jueves de la semana pasada será una medida en este sentido. Scholz anunció que el gobierno “hará todo lo posible” para bajar el precio de la energía, anunciando un paquete de subvenciones por valor de 200.000 millones de euros para proteger a los hogares y las empresas alemanas de los altos precios de la energía. Este paquete se suma a las medidas anteriores, cuyo valor se estima en 65.000 millones de euros. Pero esta cifra podría ser baja.
Según datos del centro de estudios Bruegel citados por Politico.eu, en los 12 meses hasta septiembre de 2022, el Gobierno alemán ya destinó más de 100.000 millones de euros para apoyar a los hogares y las empresas durante la crisis energética, además de otros 85.000 millones de euros destinados a apuntalar a las empresas energéticas alemanas.
Si otros países siguen el ejemplo de Alemania, esto desencadenará una carrera de subvenciones y alimentará aún más las llamas de la inflación europea. El resultado será el colapso del euro de forma muy parecida a como se encendió la inflación del rublo en Rusia en 1991. En aquel momento, el FMI obligó a Rusia a mantener el rublo como moneda común para todos los estados sucesores de la Unión Soviética, dando a cada uno de los 15 nuevos países el incentivo para emitir créditos en rublos en beneficio de sus propias economías, mientras alimentaba la inflación para todos los demás.
Un diplomático de la UE, al comentar los subsidios de Alemania “en solitario”, sugirió que éste podría ser el resultado:
“Nos estamos arriesgando realmente a una carrera de subvenciones con algunas de las naciones más grandes de la UE enfrentándose entre sí”.
La pregunta que no podemos responder fácilmente -pero que pronto averiguaremos- es: ¿cuánto tardará la UE en colapsar? Lo que quizá nunca descubramos es si Alemania se está vengando de la UE deliberadamente.
