Por primera vez se realiza en Argentina autopsia a una persona fallecida a causa de la aplicación de la vacuna contra el COVID-19; los resultados fueron certificados oficialmente.
La muerte se produjo el 22 de abril, seis horas después de haber recibido la dosis de la vacuna de AstraZeneca. Tras su muerte, el hijo del hombre presentó una demanda judicial por el trágico suceso, según informó el abogado Miguel Lanolfi en un vídeo el 21 de mayo.
“Por suerte [la demanda] cayó en manos de un fiscal [que] hizo lo que tenía que hacer y solicitó las medidas correspondientes al caso”, declaró Lanolfi, en referencia a la autopsia del cadáver.
Y añadió: “La realizó el director de la morgue y pudo determinar definitivamente que la muerte de la persona fue consecuencia directa de la inoculación del tratamiento genético que conocemos [la vacuna].”
Más chocante aún es que la víctima del tratamiento se había sometido a la también polémica prueba molecular PCR. El resultado fue negativo, lo que indicaba que no estaba infectado por el virus.
Los resultados de la autopsia fueron comunicados a las autoridades judiciales competentes y al Ministerio de Salud argentino, y se espera que se realicen las investigaciones correspondientes.
Se trata de una más de las decenas de miles de muertes provocadas por la campaña mundial de un tratamiento experimental que se está etiquetando como vacuna, a pesar de que aún no se ha completado y, por supuesto, aún no ha sido aprobada.
Normalmente, cuando se desarrolla una vacuna, si se notifican 50 muertes al Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas (VAERS), el medicamento se retira inmediatamente del mercado.
Lo preocupante es que ya se han notificado miles de muertes y, sin embargo, se siguen promoviendo programas de vacunación masiva.
Para el reputado cardiólogo estadounidense Peter McCullough, este manejo irregular de los tratamientos contra una enfermedad con una tasa de mortalidad de sus víctimas cercana al 0,2% es sólo la punta del iceberg.
“No recomiendo que las mujeres embarazadas se vacunen”, dijo McCullough en el programa ‘Tucker Carlson Today’, añadiendo que estaba “profundamente preocupado” por el hecho de que “algo se ha salido de control en el mundo” con el tratamiento del covid según informó Fox News el 7 de mayo.
Entre los motivos de su preocupación, McCullough señala que, transcurrido más de un año de la pandemia, los médicos aún no disponen de un protocolo de tratamiento oficial para la enfermedad.
Además, la ciencia, la literatura médica y la respuesta irregular al virus han mantenido a las poblaciones “en el miedo, el aislamiento y la desesperación”.
También señaló algunas irregularidades cometidas por la FDA y las grandes empresas farmacéuticas en los procedimientos de desarrollo de las vacunas, una de ellas la exclusión de grandes grupos de población de los ensayos clínicos.
Así, excluyeron a las personas que se habían recuperado de la infección por el virus, a las que tenían anticuerpos, a las embarazadas y a las mujeres en edad fértil que no podían asegurar la anticoncepción, pero al parecer ahora pretenden vincularlas al experimento interminable.