Un equipo de investigadores de la Organización Mundial de la Salud ha “encontrado” exactamente lo que Beijing quiere que el mundo crea sobre los orígenes del COVID-19: es “extremadamente improbable” que el virus se filtró de un laboratorio chino. Considérelo como otro encubrimiento de la OMS.
El equipo pasó unos días en Wuhan, donde el brote se rastreó inicialmente hasta un mercado de productos del mar a fines de 2019 y donde, admite China, el gobierno hizo todo lo posible para borrar todas las pruebas. Así que no sorprende que los investigadores hayan aprendido poco.
Tampoco, dado el uso despiadado de China de su poder sobre las organizaciones internacionales, es una sorpresa que la OMS ofreciera esa declaración “poco probable”.
De hecho, el equipo también dijo que se necesita más trabajo para identificar la fuente del virus, mientras se apega a la suposición estándar de que el insecto se traspasó a los humanos a través de “una especie hospedadora intermediaria”, como dijo el experto en seguridad alimentaria y enfermedades animales de la OMS Peter Ben Embarek.
Ha quedado claro desde el comienzo de la pandemia que la OMS está en el bolsillo de Beijing, trabajando activamente para ayudar a encubrir las fechorías del Partido Comunista Chino. Y ahora, según Embarek, desalentando cualquier investigación sobre si el virus escapó del Instituto de Virología de Wuhan.
En cambio, el equipo de la OMS se centrará en el sospechoso preferido de Beijing: la posibilidad de que el virus se haya transmitido a través de la venta de productos animales congelados. Que conveniente.
El gobierno de Biden, que ha optado por restablecer los lazos de Estados Unidos con la OMS, debería armar un infierno sobre el historial del grupo de doblegarse ante Pekín, o el mundo tendrá que esperar que la agencia siga respaldando las mentiras del PCCh.