El Foro Económico Mundial, la potencia que promueve el Gran Reajuste, ha anunciado que sería una medida “sólida y sensata” que los niños lleven un microchip.
La idea se fomenta en un artículo del sitio web de la élite internacional de Davos, que habla del futuro de la realidad aumentada y de una “sociedad aumentada”.
Al parecer, el artículo promueve la idea de que las personas con implantes son una evolución inevitable y que las élites mundiales deben establecer un monopolio de poder sobre la tecnología para regularla “éticamente”.
“Aunque los implantes de chips puedan parecer aterradores, forman parte de una evolución natural que en su día sufrieron los wearables. Son accesorios y aún hoy se consideran un artículo de moda. Del mismo modo, los implantes evolucionarán hasta convertirse en un artículo de este tipo“, escribe la científica Kathleen Philips.
Es decir, esta triste evolución se intenta presentar como una simple tendencia de moda y aparece como un desarrollo inevitable.
“La tecnología aumentativa ayudará en todas las etapas de la vida: a los niños en entornos de aprendizaje, a los profesionales en el trabajo y a las personas mayores ambiciosas. Hay muchas posibilidades“, escribe Philips y se pregunta:
“¿Debe implantar un chip de seguimiento a su hijo? Hay buenas y lógicas razones para ello, como la seguridad“.
Llevamos doce años escuchando cosas inimaginables, ya que antes de 2010 cualquiera que se atreviera a pedir a la gente de motu propio que renunciara a su libertad y fuera “marcado” como los terneros era linchado en un abrir y cerrar de ojos por todos los actores sociales.
Ahora, por el contrario, todos los creadores de opinión se empeñan en presentar el “microchip” como algo muy bonito y necesario y no importa que se suprima la libertad del individuo.
Hace dos mil años el Apocalipsis de Juan menciona algunas cosas muy inquietantes:
16 Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, reciban una marca en la mano derecha o en la frente,
17 de modo que no puedan comprar ni vender si no tienen la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre.
18 Esto requiere sabiduría. Que la persona que tenga perspicacia calcule el número de la bestia, porque es el número de un hombre. Ese número es el 666.
Lo que pide el Foro Económico Mundial confirma un libro de 2.000 años de antigüedad y a nadie parece molestarle.