En los estados con bajas cifras de vacunación se ha impulsado una nueva ola de coronavirus que se extiende por todo el país, la cepa Delta. Esta variante es altamente contagiosa y desde que llegó se ha encargado llenar los hospitales del sur de Estados Unidos.
Los estados de Texas y Florida destacaron como focos de infección, representando un tercio de todos los nuevos casos en el país la semana pasada. El balance fue dado el pasado lunes en rueda de prensa por el Coordinador de Respuesta a la Pandemia de la la Casa Blanca, Jeff Zients.
En declaraciones de Zients, el pasado fin de semana el estado de Florida reportó un total de 21.000 casos en un solo día, el más alto desde el inicio de la pandemia en 2020. El comentario del portavoz “Desde el principio, hemos sabido que este virus es imprevisible” hace una fuerte contradicción a la victoria declarada sobre el covid-19 por el presidente Biden en su discurso del pasado 4 de julio.
Mientras la variante Delta se estaba proliferando con creciente rapidez en todo el país, el triunfalismo del presidente ha sido calificado de prematuro, dando a la gente una falsa sensación de seguridad.
Gobernadores republicanos como Ron DeSantis, de Florida, y Greg Abbott, de Texas, no habían esperado a que Biden anunciara el fin de la pandemia. Las críticas se han hecho más fuertes últimamente, especialmente cuando las localidades tratan de imponer nuevamente el uso de la mascarilla, de acuerdo con las nuevas orientaciones emitidas la semana pasada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
DeSantis y Abbott han combatido enérgicamente estos decretos en los últimos días, reavivando una guerra cultural que lleva tiempo desarrollándose. Los expertos en salud pública, afirman que las mascarillas pueden ayudar a contrarrestar la única ventaja de la variante Delta: su mayor capacidad de transmisión.
“Nuestras vacunas hicieron exactamente lo que se suponía que debían hacer“, dijo el lunes la directora de los CDC, Rochelle Walensky. Además, señaló que las autoridades de ese volvieron a imponer rápidamente el uso de mascarillas, una decisión que ayudó a poner fin al brote.
Es difícil entender por qué las autoridades deciden imponer el uso de mascarillas si según la directora de los CDC, las vacunas hicieron su trabajo.
Las tasas de vacunación en Provincetown están entre las más altas de Massachusetts, que es el segundo estado más vacunado del país después de Vermont. Y parece haber poca resistencia al enmascaramiento entre sus residentes y visitantes. Eso no hace que Provincetown sea un caso especialmente instructivo a la hora de seguir el progreso de la pandemia en todo el país.
Zients señaló que los siete estados con las tasas de vacunación más bajas (Alabama, Misisipi, Wyoming, Arkansas, Luisiana, Idaho y Georgia) representan el 8,5% de la población estadounidense, pero el 17% de todos los nuevos casos.
“Esto sigue siendo una pandemia de los no vacunados”, recordó Walensky el lunes, “donde la gran mayoría de la propagación en este país es entre los que no están vacunados”.
Texas ha vacunado completamente al 44% de sus residentes, mientras que Florida ha inmunizado al 49%. DeSantis pasó gran parte de la primavera arremetiendo contra los decretos de vacunación y los pasaportes. También invitó recientemente a Mark McDonald, un defensor antivacunas de Los Ángeles, a una cumbre sobre la pandemia.
Poco a poco las élites de este gobierno están culpando nuevamente a las personas no vacunadas de ser el foco de infección. Como no han logrado conseguir un freno real y buscan respaldar la acelerada victoria de un presidente en decadencia, se enfocan en señalar como culpables a quienes han decidido escuchar la evidencia en contra y rechazar las vacunas.
Gobernadores republicanos se han puesto a la orden para hacer un freno a los confinamientos y nuevo reinado de la mascarilla. Hacen énfasis en que la inmunización puede frenar un nuevo encierro, pero ¿si las vacunas resultaran tan efectivas porque los CDC están promoviendo este posible de encierro?
