¿Cuándo el activismo por una causa se convierte en una agenda narcisista de atención y autogratificación? Hay una línea muy fina, y el movimiento de la Rebelión de la Extinción seguramente la ha cruzado con su incesante y autoindulgente drama.
Esta semana, los automovilistas de Francia se encontraron con otro grupo de la Extinción que intentaba pegarse a la acera de una vía principal para bloquear el tráfico en nombre de la detención del cambio climático. Sin embargo, esta vez los conductores no se limitaron a esperar la llegada de la policía, sino que empezaron a sacar a los activistas de la carretera por la fuerza.
Este incidente forma parte de una creciente frustración entre la gente normal en respuesta al culto al clima, con el movimiento de la Rebelión de la Extinción, que constituye el grueso de los peores sucesos. En los últimos meses ha habido un número creciente de interrupciones del tráfico y actos de vandalismo. Entre las acciones más destacadas se encuentra el intento de destrucción de importantes obras de arte en museos nacionales, muchas de ellas pintadas siglos antes de que la “contaminación” por carbono fuera un problema.
Esto también ha llevado a los museos a ser más agresivos para impedir que los activistas utilicen el vandalismo como medio para llamar la atención.
El resultado inevitable es obvio: los activistas van a empezar a salir perjudicados. Si la causa estuviera basada en la realidad, la hostilidad del público podría disminuir, pero la causa es fraudulenta. No existe un calentamiento global provocado por el hombre y la contaminación por carbono no es una amenaza para el futuro del planeta.
Todo lo que se dice sobre el calentamiento global en los medios de comunicación puede hacer creer a la gente que la Tierra se está hundiendo rápidamente en un caldero caliente de la fatalidad, pero la verdad según las cifras de los científicos del clima es que la temperatura de la Tierra ha aumentado menos de 1°C en los últimos 100 años. Así es, se supone que la Tierra está al borde del Apocalipsis por culpa de menos de UN GRADO de calor.
¿Pero qué pasa con el contexto? ¿Ha estado la Tierra tan caliente alguna vez? Y si es así, ¿qué lo ha provocado?
De hecho, la Tierra ha sido mucho más caliente en el pasado, y no hay pruebas de que la contaminación por carbono haya sido un desencadenante singular. Ciertamente, el carbono producido por el hombre no fue un factor en ningún evento de calentamiento anterior en la historia de la Tierra.
Entonces, ¿de qué se trata realmente la histeria del cambio climático y la Rebelión de la Extinción? En el caso de los activistas, se trata de una necesidad de rebelión y de desesperación por una causa. Se trata de personas que tienen demasiado tiempo libre y un sentimiento de insuficiencia en la vida. Para dar sentido a su desdichada existencia, se han adherido a la agenda climática sin investigar las circunstancias y los datos.
En el caso de los medios de comunicación corporativos y las instituciones climáticas globales financiadas por la ONU y varios gobiernos, la cuestión es el control. La legislación sobre el cambio climático, junto con los impuestos sobre el carbono, da a la clase dirigente la capacidad de microgestionar casi toda la producción de alimentos, la fabricación, el desarrollo de recursos y el uso de la energía. Por no mencionar que crea una excusa para la implementación de controles de población.
En un mundo en el que la ONU y los activistas de la extinción se salgan con la suya, podría producirse una extinción muy real que implicaría la reducción masiva de la producción de energía, el declive de la economía mundial y de la agricultura disponible. El mundo no puede sostenerse con la tecnología verde, que es altamente ineficiente e increíblemente costosa. El petróleo, el gas, el carbón y quizás la energía nuclear son los únicos recursos prácticos para mantener nuestra civilización actual. Pero, ¿quizás ese sea el objetivo?
Tal vez el objetivo final sea crear un entorno de producción tan restrictivo que sólo los gobiernos puedan gestionarlo, mientras las empresas privadas se ven obligadas a abandonar el mercado. Tal vez el objetivo sea convertir la producción y la economía en un punto de apoyo que pueda utilizarse para forzar al público a cumplir con los diseños más autoritarios. Tal vez el cambio climático no sea más que un trampolín para la tiranía.
Como el Club de Roma, un grupo de globalistas patrocinado por la ONU, declaró una vez en su libro “La primera revolución global”:
“En la búsqueda de un enemigo común contra el que podamos unirnos, se nos ocurrió que la contaminación, la amenaza del calentamiento global, la escasez de agua, la hambruna y otros aspectos similares, encajarían en el proyecto. En su conjunto y en sus interacciones, estos fenómenos constituyen una amenaza común a la que debemos enfrentarnos todos juntos. Pero al designar estos peligros como el enemigo, caemos en la trampa, de la que ya hemos advertido a los lectores, de confundir los síntomas con las causas. Todos estos peligros son causados por la intervención humana en los procesos naturales, y sólo mediante un cambio de actitudes y comportamientos se pueden superar. El verdadero enemigo es, pues, la propia humanidad”.
La cita procede del capítulo 5 del tratado titulado El vacío, que abarca el concepto de gobierno global. Sugiere que el calentamiento global y la histeria ambiental no son amenazas reales, sino dragones fabricados para que los activistas crédulos los maten. No sólo eso, sino que estos dragones son creaciones de la existencia y la subsistencia humanas. La única manera de matar a estos dragones de papel es la centralización total, dando a los gobiernos y a las instituciones globales el poder definitivo para “salvar a la humanidad de sí misma”. Qué conveniente para los globalistas.
Los activistas, por otro lado, son simplemente idiotas útiles que se utilizan para incendiar la civilización occidental, para crear estragos e inspirar una sensación de catástrofe climática inminente que nunca llegará. Puede que crean que una vez que se establezcan los controles de carbono se habrán ganado un asiento en la mesa, o que su futuro dentro del edificio del establishment está asegurado. Probablemente no sea así. Como la historia demuestra a menudo con este tipo de movimientos, una vez que los activistas han cumplido su propósito, las élites se deshacen de ellos.
