En el otoño de 2021, puestos de trabajo, oportunidades de educación y carreras enteras estaban en juego, ya que los gobiernos, las corporaciones, las universidades, los hospitales y otras instituciones implementaron múltiples mandatos de vacunas.
Estos mandatos de vacunación punitivos y discriminatorios se pusieron en marcha de forma ilegal, violando las creencias personales y los derechos de autonomía del cuerpo. En el momento en que estas vacunas “que salvan vidas” se desplegaron a la fuerza, tuvieron un efecto INVERSO en la mortalidad. De septiembre a diciembre de 2021, los mandatos de vacunación aumentaron rápidamente las tasas de mortalidad EXCESIVA para la Generación X (de 40 a 55 años), la Generación Z y los Millennials (de 25 a 40 años).
Según los datos de mortalidad del otoño de 2021, la generación Millennial experimentó un asombroso aumento del 84% en el exceso de mortalidad después de la implantación de las vacunas. Se observaron más picos de exceso de mortalidad después de la aplicación de las vacunas de refuerzo obligatorias. El gestor de carteras de Blackrock, Edward Dowd, dijo que este es el “peor exceso de mortalidad… de la historia”.
El democidio está ocurriendo ante nuestros ojos
Un estudio de la Universidad John Hopkins analizó los datos mensuales de las muertes en Estados Unidos desde 1999 hasta 2021. Los “14 días iniciales del gobierno federal para aplanar la curva” se convirtieron en años de tiranía médica continua y creciente.
Se utilizaron protocolos hospitalarios opresivos para separar a las familias, automatizar el protocolo de enfermería y privar a los pacientes de la defensa y el consentimiento informado. Se negaron tratamientos viables.
Los incentivos económicos llevaron a los sistemas hospitalarios a sedar y ventilar a los pacientes hasta su muerte. Se censuraron varios protocolos antivirales y moduladores del sistema inmunitario, como el Remdesivir que se impuso a los pacientes, apagando órganos vitales. Pero toda esta mala praxis médica se codificó como “covid-19”, creando más histeria equivocada.
Durante marzo de 2020, la notoria “primera ola” de hospitalizaciones y muertes palideció en comparación con las futuras olas de hospitalizaciones y muertes. Después de que los mandatos de mascarilla, el rastreo de contactos y las cuarentenas se convirtieran en la “nueva normalidad” para el otoño de 2020, las tasas de mortalidad se dispararon de todos modos, ya que las muertes alcanzaron su punto máximo en enero de 2021.
La siguiente ola de muertes se produjo principalmente en adultos jóvenes, entre agosto y diciembre de 2021, después de que las vacunas fueran impuestas por sus gobiernos, empleadores y administradores. Esta ola de muertes en adultos jóvenes no tenía precedentes, ya que habían sobrevivido más de un año y medio a una “pandemia global”.
Una ola similar de exceso de mortalidad en las generaciones jóvenes siguió al empuje de refuerzo del covid-19 en enero y febrero de 2022. El exceso de mortalidad del 84% es mayor que el número total de vidas perdidas durante toda la guerra de Vietnam. En un año, las vacunas de covid-19 y las vacunas de refuerzo aumentaron notablemente el exceso de mortalidad en los adultos jóvenes, a tasas impensables.
El fraude médico se utiliza habitualmente para engañar a la población para que tome vacunas perjudiciales. El documento muestra datos peculiares, como que las muertes por enfermedades respiratorias de los mayores de 85 años cayeron en picado durante los cierres iniciales, para ser sustituidas por “muertes por covid-19”.
Las muertes por enfermedades respiratorias de la gripe y la neumonía se redujeron drásticamente para los ancianos durante la “primera ola” de covid-19 en abril de 2020. Las enfermedades respiratorias cayeron categóricamente al 7,4% de todas las muertes en 2020 y bajaron al 6,6% de todas las muertes en 2021. Para poner esto en perspectiva, la muerte por enfermedad respiratoria había rondado entre el 8,8% y el 9,3% desde 1999. Un nuevo y lucrativo nombre de enfermedad (covid-19) había sustituido a lo que antes se consideraba neumonía e influenza.
El autor del artículo señaló que “las cifras de muertes por COVID-19 estaban sobredimensionadas” y que “todas estas muertes habrían encontrado acomodo en otras categorías de causas de muerte” si no se hubiera creado una nueva categoría diagnóstica llamada COVID-19 para que los hospitales obtuvieran beneficios.
Las muertes por enfermedades cardíacas, cáncer y trastornos cerebrovasculares también descendieron estadísticamente durante los cierres iniciales. Estas muertes se registraron como COVID-19, gracias a la confianza en las pruebas fraudulentas de PCR que nunca estuvieron destinadas a diagnosticar una sola enfermedad infecciosa.
Este fraude médico llevó a la población en general a renunciar a sus derechos, ya que más de la mitad de los estadounidenses hicieron cola para tomar múltiples rondas de venenos experimentales que alteran los genes.
Los mandatos impuestos por el gobierno atraparon a muchos, obligando a las poblaciones a vivir en un estado de paranoia y bloqueo, hasta que fueron inoculados, y luego enfermos, discapacitados y/o asesinados por este falso salvador y su interminable amenaza de reforzadores y sumisión gubernamental.
Debido a que el exceso de muertes de jóvenes coincide con los mandatos de vacunación, y las autoridades médicas barren rutinariamente la atrocidad bajo la alfombra, ha quedado muy claro: estamos viviendo un Holocausto moderno.
