Un movimiento de desobediencia civil de base liderado por un grupo religioso perseguido pretende desmantelar la propaganda del Partido Comunista Chino (PCC), según un nuevo documental corto publicado por el Centro de Información de Falun Dafa.
El movimiento pacífico, liderado por los seguidores de la disciplina espiritual Falun Gong, emula el espíritu de Gandhi y Martin Luther King Jr. y se encuentra entre los más grandes de la historia, dice el documental. Su objetivo es desmentir la desinformación difundida por el régimen chino sobre la práctica en la persecución de Pekín a Falun Gong durante más de dos décadas.
Debido a la omnipresente censura en la estrictamente controlada Internet de China, los adeptos han recurrido al medio impreso tradicional para contrarrestar la propaganda de Pekín, distribuyendo panfletos y otros materiales de puerta en puerta.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una disciplina espiritual que incluye ejercicios de meditación y enseñanzas morales basadas en tres principios fundamentales: veracidad, compasión y tolerancia. La práctica ganó popularidad en China durante la década de 1990, y se estima que el número de adeptos oscila entre 70 y 100 millones.
El régimen comunista, temiendo que el número de practicantes supusiera una amenaza para su control autoritario, inició en julio de 1999 una amplia campaña para suprimir la práctica y sus adeptos, que continúa en la actualidad.
Desde entonces, millones de personas han sido detenidas en prisiones, campos de trabajo y otras instalaciones, y cientos de miles han sido torturadas mientras estaban encarceladas, según el Centro de Información de Falun Dafa. Los adeptos detenidos también han sido víctimas de la extracción forzada de órganos, una práctica espeluznante que ha dado lugar a un número incalculable de practicantes asesinados para obtener sus órganos y alimentar la lucrativa industria de los trasplantes en China.
Un componente fundamental de la persecución del PCCh es su campaña de información contra la práctica, cuyo objetivo es poner a los ciudadanos chinos en contra de Falun Gong y sus adeptos. Para ello, el régimen se apoyó en gran medida en la propaganda, difundiendo el odio contra la práctica mediante la tergiversación de la práctica espiritual y el vilipendio de sus adeptos.
Esta campaña de propaganda logró moldear con éxito la opinión pública contra Falun Gong en China, según Levi Browde, director ejecutivo del Centro de Información de Falun Dafa.
Browde expresó en un comunicado.
“Hay una idea errónea generalizada de que la propaganda abierta, especialmente cuando es producida por un régimen totalitario, funciona sobre todo con los ingenuos o incultos, pero eso simplemente no es el caso.
Puede tener un impacto devastador en cualquiera, especialmente cuando hay poco o ningún acceso a la información objetiva
Con el telón de fondo de la campaña de desprestigio, el régimen exigió entonces a vecinos, familiares y compañeros de trabajo que denunciaran y entregaran a los practicantes de Falun Gong a las autoridades, y los discriminaran, según el documental. En el proceso se destruyeron familias, amistades y comunidades.
Browde añadió:
“La propaganda del PCC engendra odio. Ese odio engendra violencia, y los efectos no sólo son devastadores para las víctimas de esta violencia, sino que destruyen los corazones y las mentes de aquellos engañados para que sean cómplices o, como mínimo, guarden un silencio temeroso”
En respuesta, los practicantes de Falun Gong “adoptaron un método de desobediencia civil”, hablando directamente a la gente a través de la distribución de panfletos y otros materiales que desacreditan la propaganda estatal, según el documental.
Los adeptos empezaron a montar imprentas en casa para producir materiales y comenzaron a salir por la noche para dejarlos en las puertas de los barrios residenciales, arriesgando sus vidas en el proceso. También colgaron pancartas en lugares públicos con mensajes de clara desinformación.
Más tarde empezaron a distribuir los “Nueve comentarios sobre el Partido Comunista”, un libro publicado por primera vez por The Epoch Times en 2004 que explora la historia de engaños y asesinatos perpetrados bajo el régimen totalitario del PCCh.
El movimiento se expandió rápidamente, según el documental, y en 2009 había 200.000 imprentas clandestinas en toda China, según informó Minghui.org, un sitio web con sede en Estados Unidos que sigue la pista a la persecución de Falun Gong en China y proporciona la mayor parte de los materiales de información utilizados para la impresión.
Minghui también estimó que entre 20 y 40 millones de personas han participado en la producción y distribución de estos materiales.
“La propaganda del PCCh destruye el espíritu humano, por lo que estos medios de comunicación clandestinos intentan detenerlo dando a la gente acceso a la verdad, incluso cuando el régimen les rodea de mentiras”
Para contrarrestar este movimiento, la policía local saquea habitualmente las casas de los practicantes en busca de lugares de impresión, y patrulla los barrios en busca de quienes distribuyen materiales, según el documental.
Si son capturados, los seguidores de Falun Gong pueden enfrentarse a la detención, la tortura, los trabajos forzados, la extracción de órganos e incluso la muerte a manos del PCC.
Browde finalmente concluyó:
“Es una empresa terriblemente peligrosa, pero para decenas de millones de personas en toda China, vale la pena el riesgo”
