El Foro Económico Mundial (FEM) se ha estado metiendo en una serie de cuestiones fundamentales para la humanidad con un vigor cada vez mayor durante los últimos dos años, que coincidieron con la pandemia: publicando información sobre el futuro de la inteligencia artificial hasta el futuro de la educación, la tecnología que rastrea a los humanos, y así sucesivamente.
Uno pensaría que cuando un grupo no elegido y que no rinde cuentas como éste decide no sólo ofrecer sus dos centavos sobre un tema, sino posicionarse como un responsable político de facto que quiere dirigir la regulación y las normas “éticas”, también estaría abierto a la crítica.
Pero al pensar eso, uno se equivocaría. Parece que el FEM puede repartirla, pero no puede aceptarla. El principal mensaje transmitido recientemente por el director general del FEM, Adrian Monck, es básicamente: no hablen de nosotros.
Y los críticos, incluidos los políticos de varios países, son tachados de “teóricos de la conspiración” y vendedores de “desinformación” por hablar de ellos.
Aunque el FEM quiere abordar con regularidad los problemas más importantes que existen -incluso impulsando el “Gran Reajuste” o “Great Reset”-, cuando la gente trata de analizar sus propias actividades, Monck dijo a la CBC de Canadá que hay “cuestiones más importantes”.
“Canadá debería estar hablando de muchas cosas ahora mismo. En realidad no debería estar hablando del Foro Económico Mundial con sede aquí en Ginebra”
Así se cita a Monck, poniendo extrañamente el énfasis en la ubicación geográfica de un grupo conocido como ferozmente globalista, y que por tanto pretende influir en la vida de todos los habitantes del planeta.
Ciertamente, el FEM no se refería a los residentes locales de Ginebra cuando en 2016 publicó lo que resultaría ser el origen de la propuesta del “Gran Reajuste”, que “floreció” plenamente en 2020 y fue promovido por el propio presidente y fundador del FEM, Klaus Schwab. El artículo de 2016 comenzaba con las siguientes palabras: “Bienvenido a 2030. No poseo nada, no tengo privacidad, y la vida nunca ha sido mejor”.
¿Realmente se puede salir con este tipo de cosas, seguir redoblando la apuesta y, sin embargo, esperar que no se desarrollen críticas y oposiciones justas, así como teorías -legítimas y de otro tipo- como consecuencia? Monck parece pensar que sí.
Y a los que se atreven a mostrar escepticismo hacia la FEM les aconseja “mirarse muy duramente a sí mismos y mirarse muy duramente en el espejo”.
Pero es muy poco probable que este caso de “agarre de perlas” haga que la gente deje de hacer preguntas. En todo caso, podría invitar a una mayor curiosidad: ¿por qué estás tan a la defensiva, FEM?