En la localidad de Winston-Salem en Carolina del Norte se presentó una terrible explosión en una planta de fertilizantes que conllevó a la evacuación de 6.500 personas de la zona. Según el jefe de bomberos de Winston-Salem, Trey Mayo, la fábrica contenía 5000 toneladas de fertilizante.
«Se desconoce la causa del incendio. La instalación es inspeccionada por el departamento de bomberos anualmente. La última inspección fue en diciembre y no se encontraron violaciones»
Si bien esta historia no es muy significativa en cuanto al impacto en la producción de alimentos a nivel nacional, es importante tomarla como base. De manera aislada la preocupación principal es la delos ciudadanos en las zonas aledañas.
Pero si lo analizamos, tomando en cuenta el hecho de que Estados Unidos aún importa una cantidad significativa de fertilizante desde china (y que el fosfato ya no es exportado a USA desde septiembre), que el cloruro de potasio proviene de Canadá (donde actualmente hay protestas de camioneros), se comienza a gestar la preocupación por la escasez de fertilizantes.
Por otro lado, varias organizaciones locales de producción de soya, maíz y trigo enviaron una queja a la segunda empresa de fertilizantes más grandes del país el diciembre pasado. Esto ya que las barreras arancelarias les impide comprar fertilizantes en Marruecos o Rusia. ¿Entonces, qué opción les queda a los productores? ¿Es esta escasez accidental o hay algo más formándose?
¿Podría hablarse de un monopolio en la agricultura? Hoy en día menos del 1% de la población trabaja en este rubro. De hecho, solo unas pocas empresas controlan el suministro de alimentos, en EE. UU. y en todo el mundo.
Tomando en cuenta que el sistema agrícola estadounidense depende totalmente de los fertilizantes para cultivar, una escasez de estos representa una pausa en los cultivos, y últimamente escasez en los alimentos.